La historiadora lanzará el 18 de octubre próximo su libro “La derecha perdida: por qué la derecha carece de relato y dónde debería encontrarlo”, editado por Libertad y Desarrollo.
En varias entrevistas anteriores que concedió a EL MURO, la historiadora de derecha liberal, como se autodefine, Valentina Verbal Stockmeyer, venía esbozando el interés por exponer su visión del tipo de relato que debiese tener el sector político al que pertenece, y contrarrestar, de paso, la postura que tienen otros intelectuales como Hugo Herrera, Daniel Mansuy y Pablo Ortúzar.
A la investigadora nunca le ha convencido la inclinación de estos académicos por la vertiente socialcristiana o nacionalista como fuente de origen de las ideas históricas de la derecha. Dice que eso es desconocer la fuerte influencia que ha tenido el liberalismo en su concepción doctrinaria.
Remarca que no es posible contrarrestar la cultura de izquierda apelando al comunitarismo, o criticando el libre mercado, como a su juicio pretenden hacerlo estos tres autores. Y apunta que esa defensa se debe hacer no solo desde una perspectiva económica, sino que también moral.
¿A partir de qué surge Su interés por escribir este libro? ¿Es una forma de contrapesar la visión que están teniendo intelectuales como Hugo Herrera, Daniel Mansuy y Pablo Ortúzar en la centroderecha?
De un tiempo a esta parte venía siguiendo con interés, como persona de derecha liberal, el debate que se venía dando en el sector. Pero nunca me imaginé que iba a escribir un libro sobre este tema, porque tengo intereses más inmediatos, que son de tipo histórico.
Me dedico a la historia del siglo XIX en Chile, historia militar, historia constitucional del siglo XIX, y ahora me estoy dedicando mucho al tema de la construcción del Estado después de la independencia. Y este tema de la derecha es un asunto de la historia reciente más vinculado al siglo XX. Entonces, no era lógico que me abocara a esto, pero al mismo tiempo tengo una vocación política, porque me interesa participar en política, ya no como candidata, sino que aportando ideas.
Fui constatando hace unos dos años que los desarrollos intelectuales que se comenzaron a realizar en el sector por intelectuales públicos, como se les suele llamar, particularmente los tres que tú mencionas (Hugo Herrera, Daniel Mansuy y Pablo Ortúzar), con distintos matices entre ellos, han venido invitando a la derecha a construir un relato que yo no comparto.
Porque creo que es un relato que si bien tiene cuestiones rescatables, en general es un relato equivocado para el sector. Porque ellos construyen un relato que minimiza demasiado y que critica el lado liberal de la derecha, incluso en lo económico, que es un elemento que también está presente en la vertiente conservadora de la historia de Chile.
La derecha tiene un mínimo denominador común, como señalo en mi libro, que es la defensa de la libertad económica. Entonces, no poner por delante este principio suena raro y poco fundado. En el fondo, ellos apuntan a que la derecha no sería ni liberal ni conservadora, sino que tendría otras vertientes, como la socialcristiana y nacional popular, y que habrían sido muy importantes en el siglo XX.
Ellos plantean que si la derecha quiere encontrar un contenido sustantivo que responda a los problemas que vive hoy el país, y al cuestionamiento al modelo político y económico que surgió a partir de 2011, se debiese echar mano a esas vertientes.
Pero la verdad es que esas vertientes en la historia de Chile fueron muy irrelevantes, como lo demuestro en detalle en varios capítulos de mi libro. No es que no hayan existido en la historia de la derecha, pero fueron corrientes absolutamente minoritarias. 1% a 2% del sector en comparación con liberales y conservadores.
Y segundo, son corrientes que no dan cuenta de la situación que vive hoy el país, en que se cuestiona el modelo económico neoliberal, y donde ellos también lo critican de forma radical. Y lo hacen, no por razones técnicas, económicas o sociales, sino que por aspectos morales o moralistas en cuanto a que el modelo tiende al egoísmo. La crítica cultural que hacen estos intelectuales al modelo, no difiere mucho de la que hacen, por ejemplo, Fernando Atria y los autores de “El Otro Modelo”.
¿Cuál es el objetivo central de su libro?
Si bien uno de los objetivos es polemizar con los intelectuales que he mencionado, plantea también cuál debiese ser el relato de la derecha, y que yo lo sitúo en dos aspectos que están íntimamente relacionados. Uno es la identidad histórica de la derecha, básicamente liberal-conservadora; y dos, en el liberalismo clásico, que es la ideología política que alimenta a esa identidad histórica, y por eso están relacionados.
Es preocupante que estos intelectuales propongan un relato colectivista (en el libro aclaro que me refiero a un relato ideológico y no comunicacional, donde el concepto relato se refiere a un discurso aterrizado y no abstracto), que yo identifico como comunitarista de corte nacionalista; es decir, una mezcla entre comunitarismo socialcristiano y comunitarismo nacionalista.
El comunitarismo es una doctrina intermedia entre el liberalismo y socialismo de izquierda, pero que ha sido una doctrina muy atractiva para los intelectuales de izquierda antimercado y anticapitalista, como Michael Sandel y Charles Taylor. Algunos de estos autores niegan la existencia de los derechos individuales, y de los derechos en general. Cuestionan una sociedad basada en derechos, y su postura es que la sociedad necesariamente se tiene que construir desde un fin colectivo superior al cual tienen que subordinarse los fines individuales, o los proyectos de vida de cada persona.
Ellos creen que el Estado debe imponer un fin moral sustantivo a la sociedad. Lo interesante es que ellos, como muchos comunitaristas, no plantean cuál es ese fin colectivo, pero critican constantemente al neoliberalismo, porque las personas no tienen un fin comunitario, están aisladas, están fuera de lo que Charles Taylor, autor que sigue Daniel Mansuy, llama “horizonte de sentido”. Lo cual no es real, porque todos tenemos un horizonte de sentido que es individual, y que se construye en concordancia con otros. En el fondo hacen una caricatura del liberalismo.
¿Buscas influir en el debate sobre el relato que debiese tener el sector?
Mi objetivo es generar un debate, porque me llama la atención que se haya venido construyendo una suerte de hegemonía cultural de estos tres intelectuales, y de otros más que giran en torno a ellos, como los que forman parte del IES, quienes representan una doctrina que a nivel de partidos de derecha es muy minoritaria.
La derecha tiene dos movimientos socialcristianos (Construye Sociedad y Socialcristianos por Chile), que son muy pequeños, y habrá que ver cómo les va en las elecciones. Por lo mismo, es contradictorio que todo el relato de la derecha se esté levantando sobre la base de esas ideas.
El desafío es generar un debate sobre el relato en la derecha, qué principios tiene, y dónde puede encontrar el sector ese relato. A mi juicio es en su propia historia y en el liberalismo clásico. Y no hablo de una derecha “ideal”, porque para mí la derecha debiese ser más liberal de lo que propongo en el libro.
En el texto me baso principalmente en el tema de la libertad económica, ya que por una razón de realismo político no me metí mucho en los temas valóricos que se están discutiendo bastante por estos días. Si bien el lector se podrá dar cuenta que soy partidaria de esos temas, no los trato al detalle, porque le quiero hablar a la derecha en su conjunto, no solo a la derecha liberal, como el caso de Evópoli, que es mi partido.
Le trato de hablar a la UDI, a RN, a los independientes, intentando sacarme la camiseta de liberal en el sentido estricto. Y les digo a todos ellos que en el fondo sí son liberales, al menos en lo económico; que han recogido a lo largo de su historia, no solo en el siglo XX, sino que también en los últimos años, principios básicos del liberalismo clásico, como la subsidiaridad, la primacía de la persona frente al Estado, la importancia de la libertad, aunque esto en términos más bien restringidos a la libertad económica.
Y este es otro punto. Yo defiendo la libertad económica, pero digo que esta se debe defender no por razones económicas, sino que morales y antropológicas.
En el fondo quiero romper con la hegemonía que han tenido estos intelectuales que muchos políticos del sector se compran de manera acrítica, sin leer ni entender bien los desarrollos intelectuales de estas personas que he mencionado.
En su libro aborda de manera central el tema de la libertad individual, pero principalmente en el plano económico. ¿Por qué?
Mi libro trata principalmente el tema de la libertad económica, pero entendida de una manera más profunda. Primero, como un principio moral, en el sentido de que la libertad económica, por ejemplo, de una persona que coloca un quiosco, no tiene que ver solo con un tema de eficiencia, sino de una persona que está levantando un proyecto de vida.
Y el ser emprendedor o creativo no se refiere exclusivamente a alguien que creó algo innovador, como es la típica visión estatista. Para mí la creatividad se da desde abajo de manera mucho más insospechada.
Esto lo vinculo con lo que los autores de la escuela austriaca de economía llaman la “función empresarial”, que cumple un aspecto fundamental del orden social, de una sociedad libre, que implica que las personas tienen derecho a buscar las oportunidades por sí mismas.
Es decir, que esas oportunidades no se las tiene que dar necesariamente el Estado, sino que en general, tener una sociedad de oportunidades y no de igualdad de oportunidades, que permita el desarrollo de la función empresarial, que es buscar un proyecto de vida creativo con un determinado fin personal.
Por lo mismo, la libertad económica no solo hay que defenderla por razones técnicas, sino que también por consideraciones humanas, culturales y morales, porque detrás de todo emprendimiento hay personas que se están abriendo camino.
Y eso implica también que la teoría de justicia que tiene que tener la derecha, debe ser un orden basado en la libertad, donde las personas sean responsables de su proyecto de vida. Y esta libertad, citando a Hayek, no es solo libertad económica, sino que también libertad de acción, que incluye lo económico, pero que es solo una parte.
Obviamente que la libertad entendida de forma más profunda también es libertad para perseguir “la búsqueda del propio destino”, como lo llamo en el libro, en otros ámbitos, como el familiar y sexual, siempre que no produzca un daño en contra de otras personas. En el fondo hago una defensa valórica de la libertad económica.
Una derecha a largo plazo
¿Por qué piensas que la derecha no ha sido capaz hasta ahora de levantar un relato más amplio que la defensa del libre mercado?
Creo que si la derecha actual no tiene un relato más allá de lo económico, aunque suene duro decirlo, es en gran parte por ignorancia. O sea, los políticos de Chile Vamos, aun cuando los de izquierda tampoco es que sean tan cultos, son muy ignorantes.
Por ejemplo, no he conocido a ningún político del sector que haya leído a Hayek, un autor canónico del liberalismo clásico del siglo XX, al que la derecha debiese reconocer y hacerle casi un monumento, ya que no solo era economista, sino que también filósofo y jurista.
En todo el debate constitucional, por ejemplo, la derecha ha estado casi ausente. De hecho, Hayek tiene toda una teoría constitucional muy interesante, pero no lo leen. El otro día fui a un seminario en homenaje a Hayek, y su libro “Camino de servidumbre”, y me di cuenta que los economistas y técnicos a los que invitaron no habían leído a Hayek.
Por lo general, los políticos de derecha no saben lo que es la justicia, la libertad, la igualdad, los conceptos que están de moda. No saben ganar la batalla de los conceptos, porque en la práctica no conocen esos conceptos y sus distintas acepciones.
Si no entiendes lo que es la igualdad de oportunidades, aunque creas en ella, no puedes defenderla. El término “bajar de los patines”, por ejemplo, tiene que ver con el tema de la igualdad de oportunidades. ¿Y qué dice la derecha? Critica a quien dijo eso, pero no dan un argumento filosófico de que la igualdad de oportunidades no es una igualdad en la partida, sino que una igualdad de acceso, es decir, tratar de darle patines a los que no tienen. Pero la derecha no dice eso en términos filosóficos, sino que rústicos.
¿Cómo ve a la derecha en el mediano plazo para enfrentar a la izquierda en el plano electoral y de las ideas?
La veo bien y mal. Bien en el sentido electoral. Obviamente la derecha tiene todas las posibilidades de ganar la próxima elección presidencial, aunque tal como lo digo en el libro, el problema es que la derecha está pensando en ganar una elección y no la próxima generación.
De hecho, el programa de Piñera curiosamente lo hicieron a 8 años plazo, pero si realmente quieren gobernar 8 años, para que haya un reemplazante de Piñera, además de tener un candidato bueno, que pegue en las encuestas, que sea un ministro que se destaque, tiene que tener un discurso profundo, un relato ideológico, que es de lo que estamos hablando.
Y si no tiene un relato ideológico que le haga frente a la izquierda, no va a poder, y sencillamente va a pasar lo mismo, va a ser un mero paréntesis, como ocurrió con Piñera.
Ese es el punto, contar con un discurso político filosófico. Lo que la derecha tiene que hacer, que recalco mucho en mi libro, es que para hacerle frente a ese discurso profundo, ideológico, cultural de la izquierda que es anti mercado, antiliberal, no lo puedes hacer respondiendo con un discurso colectivista moderado, con un discurso comunitarista que también critica el mercado. Tienes que hacer un discurso que crea en el mercado, que crea en la libertad económica, desde una visión más profunda; de lo contrario no vas a ser capaz de hacerle frente en el plano cultural a la izquierda.
Entrevista El Muro