Esta semana, se votó en la convención , la segunda propuesta de sistema político presentada por la Comisión en el Pleno.
Esta surge de un acuerdo de las izquierdas, como ha sucedido otras veces, pero que esta vez tuvo una pequeña, pero significativa diferencia: se dio en una conversación en la que la derecha tuvo un espacio en la mesa. Ahora, no nos equivoquemos, esto no es una generosidad que tengamos que agradecer, es un mínimo democrático que durante 9 meses se ha incumplido al interior de esta convención.
Es muy importante que este mínimo se siga cumpliendo, y que en futuras ocasiones se cumplan con otros mínimos de transparencia y probidad. Estos encuentros no se pueden seguir llevando a cabo sin ministros de fe y ni registro de las deliberaciones.
Respecto al informe, son muchas las voces, transversalmente, que se han levantado hacernos ver el gran fantasma que conlleva esta propuesta: el de la ingobernabilidad. De avanzar este informe existe un peligro real de exacerbar el desorden político que ya se ve hoy en día. Esto haría complejo gobernar a cualquier gobierno, del color político que sea, e impediría que se puedan entregar soluciones efectivas a los problemas concretos que viven las chilenas y chilenos. Es a esto a lo que nos referimos cuando decimos que se está avanzando por el mismo camino que nuestro país vecino Perú, con desastrosas consecuencias. Debemos advertir con responsabilidad las señales que están ahí y que todavía se pueden enmendar.
Con el sistema que se propone tendremos un Presidente más débil y una gran Cámara Política con mucho poder, y fuertes incentivos para articularse en torno al bloqueo al Presidente y a intentar gobernar por él.
La amenaza de la captura política de nuestra democracia por un grupo, con este diseño, está muy presente también.
Algunos artículos especialmente complejos que debemos corregir:
(1) El artículo 26, según el cual el Presidente ya no tendrá la iniciativa exclusiva en materia de gasto, sino que la compartirá con los diputados. La presión que vive hoy el presidente Boric con el quinto retiro será pan de cada día.
(2) El artículo 32, que elimina los frenos que enfrentan hoy los diputados para aprobar proyectos de ley contrarios al programa del Presidente. Se reduce el veto a la supresión total de la norma, es decir, a echar abajo la ley completa. Esto será muy costoso políticamente para el Presidente, y aun cuando lo haga, el Congreso puede insistir por un quórum de cuatro séptimos.
(3) El artículo 30, que establece que el Congreso podrá legislar en todas las materias por mayoría simple, eliminando incluso los quórums calificados, regla existente en todas las democracias robustas. Esto se complejiza aún más cuando un porcentaje enorme de las materias en las que legislará por mayoría simple lo podrá hacer sin revisión de una segunda cámara.
(4) El artículo 28, según el cual la Cámara de las Regiones intervendrá en un número muy pequeño de materias. Las regiones no tendrán voz cuando se hable de salud, de pensiones, de transporte o de educación.
Y (5) El artículo 31, que le entrega un rol muy reducido a la Cámara de las Regiones en materias de su competencia, donde incluso en aquellas materias en que sí interviene, la Cámara política tendrá siempre la última palabra, ya que se permite que el informe de la Comisión Mixta no se vote en la Cámara de las Regiones y que se pueda insistir en la propuesta original de los diputados por cuatro séptimos. No hay incentivos para escuchar lo que las regiones tengan que decir, aun en las materias que les afectan directamente.
A esto debemos sumar un sistema de partidos políticos cuya debilidad y fragmentación sólo aumentará con esta propuesta, la que es ambigua y genérica. Combatir la excesiva fragmentación parece no ser una meta compartida por todos en esta Convención, a pesar de las constantes advertencias que nos hicieron expertos de todos los sectores en torno a que no hay sistema político que funcione con partidos políticos débiles y tan fragmentados como los que tenemos.
Vemos con preocupación que algunos quieren transformar a la Cámara Política en un símil de esta Convención. Como dijo el destacado politólogo Gabriel Negretto “La Convención es ejemplo cabal de los problemas que surgen cuando no se tienen partidos fuertes”, y que en la Convención estamos ante una “asamblea integrada, prácticamente, por individualidades que ganaron como parte de listas que nunca funcionaron como agrupaciones mínimamente homogéneas ni cohesivas”. Extender eso a la política ordinaria es un peligro latente.
Los presidencialismos en el mundo conviven mejor con sistema bicamerales, verdaderamente bicamerales. Les pido entonces a todas y todos los convencionales, que nos permitan corregir los defectos que todavía existen en este sistema político en la comisión, para fortalecer la segunda cámara y no debilitar en exceso al Presidente, y así podamos esquivar el iceberg que se acerca, el de transformar nuestro país en uno imposible de gobernar.
Muchas gracias.
Hernán Larraín Matte
Constituyente Evópoli
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