Cuando Lorena Recabarren (40) salió de estudiar Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Católica, envió su currículum a tres lugares: a CEP, Unicef y al Instituto Libertad. Su camino quizás habría sido muy distinto si no la hubiera contratado la directora de este último, la abogada María Luisa Brahm. Allí, dice, consolidó su liberalismo, que tomó forma de la mano del filósofo y ex embajador Óscar Godoy, su mentor. De Brahm heredó también un estilo de trabajo “metódico y riguroso” y su conocimiento de la actividad política.
Su paso le redituó en que, cuatro años después, tras estudiar un doctorado en Ciencias Políticas y Sociales en Barcelona, se instalara en la Secretaría General de la Presidencia durante el gobierno de Sebastián Piñera. Allí conoció a quienes son hoy sus correligionarios: el diputado Felipe Kast y el abogado Hernán Larraín Matte. Hoy es vicepresidenta de Evópoli y directora ejecutiva del think tank Horizontal, cuna intelectual del partido.
Tras la victoria del ex mandatario en las primarias de Chile Vamos, ella se unió a las comisiones programáticas de derechos humanos y política indígena.
—Estás a favor de la ley de aborto en tres causales. ¿Qué explica que Chile Vamos lo rechazara unánimemente?
—Hay muchos estudios que establecen la distancia entre los representantes y la ciudadanía, y que siempre los primeros son más conservadores. Evópoli tiene un solo diputado que está en contra del aborto (3 causales). Si ese único diputado hubiera sido otro —Hernán Larraín, Ignacio Briones, Pablo Correa, yo— el voto habría sido distinto. Respecto de todos los otros temas, circunscritos a la vida privada y sexual, somos distintos a RN, la UDI y el PRI.
—Si Piñera sale electo, ¿empujarían el matrimonio igualitario como gobierno?
—Hay que ganar la elección primero. Desde Evópoli podemos impulsar que el tema se debata, nos gustaría. Todo indica que podría inaugurarse un gobierno de Piñera con esta ley ya aprobada.
—¿Falta diversidad dentro de la coalición?
—Que nosotros seamos un actor dentro de Chile Vamos responde a que faltaba diversidad. Pero no se trata sólo de los temas valóricos, sino de una distinta aproximación a lo público. Nosotros enfrentamos la discusión pública no en la contradicción privados/Estado, sino en cómo convergemos lo estatal y lo privado en lo público, responsabilidad de todos. No miramos con malos ojos al Estado, queremos que funcione mejor. Creemos que tiene un rol no sólo subsidiario y que debe cumplir desde la justicia anclada en un concepto de libertad amplio. Eso que se puede llamar relato es algo que vinimos a agregarle nosotros al sector. Cambiamos la “lista de supermercado” por propuestas que son coherentes con el sustento filosófico que promovemos.
—Se plantea que existe una visión conservadora preponderante en la campaña por la influencia de la UDI.
—Existe una genuina disposición por parte del comando de Sebastián Piñera de hacerse cargo de posiciones más liberales respecto de muchos temas. Lo liberal no sólo se refiere a lo sexual, sino al modo de entender lo público. La forma cómo las comisiones están trabajando los DD.HH., la reforma del Estado, los temas de infancia, tiene esa mirada. Y si bien existe una oposición al matrimonio igualitario, hay espacio para hablar de cambiar la ley de adopción.
—Piñera mostró apertura en ese tema y luego retrocedió…
—En el tema del matrimonio con o sin adopción, él dijo que había libertad de acción para Chile Vamos. Eso habla de una disposición a que los planteamientos diversos a la mayoría de pensamiento en ese bloque tengan una cabida.
—Para la sobrevivencia de Chile Vamos, ¿es necesaria mayor diversidad?
—Para la proyección de la centroderecha en Chile se requiere avanzar en un discurso y propuestas que tengan que ver con un Chile distinto del de hace 20 o 50 años atrás.