Amante de su familia, de los cerros y de luchar por un Chile con mayor identidad e integración, conversó con Nos Magazine en una fría mañana, muy parecida a esas que como montañista se ha visto enfrentado antes de atacar cumbre.
“Para que te vaya bien en los cerros y en la vida, hay que levantarse temprano y trabajar duro. Todos los días uno sube un cerro y mi cerro hoy es contribuir mejorando el sistema político, generando espacios de diálogo dentro del mismo y con la ciudadanía. Es fundamental reconocer a quien está a nuestro lado como un legítimo otro y honrar la palabra como elemento esencial para establecer ese diálogo”, nos cuenta Juan Manuel, mientras se acomoda en la silla y da unos sorbos a su café.
¿Quién es Juan Manuel Santa Cruz?
Soy una persona muy inquieta que siempre está buscando desafíos. Tengo un motor interior que me hace ir más allá en cualquier cosa que haga; me siento con el gran compromiso de devolverle a la sociedad todo lo que he recibido de ella. Me gusta trabajar por otros.
Cuéntanos sobre tu familia de origen
Nací y viví mi infancia en Concepción. Mis padres Juan Manuel y María Teresa se trasladaron a vivir, recién casados, a la octava región. Soy el mayor de siete hermanos, seis hombres y una mujer. Mi familia paterna proviene de Curicó y la materna de Rosario. Ambas me han entregado grandes valores. Por ejemplo, mi abuelo y mi padre tienen una gran preocupación social y han contribuido a la preservación del patrimonio artístico chileno. Mi conexión con el mundo agrícola viene por mi familia materna; ellos me han enseñado y conectado con el mundo agrícola que es parte fundante de nuestra identidad nacional y particularmente de Ñuble.
¿Y la familia que formaste?
Soy casado con Catalina Urrejola (quien es doctora en Genética Molecular y Microbiología) y tenemos dos niñitas: Catalina de dos años y Margarita de tres meses. Con la ‘Cata’ tenemos una relación muy especial y compartimos muchas cosas, tanto del mundo intelectual como artístico, nos encanta el teatro, la poesía y la vida al aire libre.
¿Cómo conociste a tu señora?
‘Cata’ era la organizadora de una muestra llamada “El don de la vida”, organizada en conjunto con el actual Obispo de Concepción, Monseñor Fernando Chomalí. Era una exposición para público general que mostraba al ser humano desde sus inicios hasta la muerte, a lo largo de la historia y que se presentaba en el Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Santiago. Ellos necesitaban voluntarios para mostrar esta exposición a estudiantes de enseñanza media y yo trabajaba en una fundación a favor de la vida. Así nos conocimos.
¿Fue un amor a primera vista?
Yo creo que a segunda (sonríe mientras se ilumina su rostro). La verdad es que pasaron seis meses en que no nos vimos tras conocernos. Un día me encuentro con ella corriendo de un lado a otro; bastaron solo 30 segundos y me dije “estoy siendo un tonto al no haberla contactado”. Al día siguiente lo hice para pedirle su teléfono y la invité a salir. A las tres semanas, empezamos a pololear y luego de tres años nos casamos, yo tenía 26 años.
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