El domingo fue electo senador de La Araucanía con el 18,84% de los votos. El lunes, fue nombrado vocero de la campaña de Sebastián Piñera. El martes debutó con declaraciones que sacaron chispas en la UDI y en el senador RN Manuel José Ossandón: acusó que el “triunfalismo” del gremialismo y la falta de apoyo del ex alcalde fueron algunas de las causas del 36,6% de la primera vuelta. Y el jueves, Felipe Kast partió con el candidato de Chile Vamos a Temuco, al puerta a puerta nacional que comenzará este fin de semana.
“Con el voto voluntario, es muy preocupante cuando hay relajo, triunfalismo o soberbia. Por eso tenemos que hacer una campaña humilde, horizontal. También positiva, menos crítica a Bachelet, con más propuestas de futuro”.
Es miércoles, y sentado en la terraza de su casa en Las Condes, el diputado le baja el perfil a sus dichos y afirma que, en realidad, quiso plantear “que era muy importante sumarlos a todos, incluyéndolo a él”. Se refiere al ex alcalde de Puente Alto, quien finalmente se reunió con Piñera la tarde del miércoles.
Lo que hay que entender es que todos nos tenemos que sumar porque tenemos una tarea difícil por delante. No busco criticar, sino pedir ayuda y que dejemos los triunfalismos de lado. Esta no es una labor de Sebastián Piñera o Andrés Chadwick, ni siquiera mía. Es una labor de todos sumarnos con mucha generosidad. Lo que está en juego es muy importante. Parte de la receta del éxito del 17 de diciembre es entender que este es un proyecto colectivo, nadie se puede restar —dice.
Kast está empoderado. Quizás, en su mejor momento.
Su partido, Evópoli, pasó de tener uno a ocho parlamentarios: seis diputados y dos senadores. Dice que su tienda puede ser el tan anhelado puente con quienes votaron por Ricardo Lagos o Andrés Velasco, para que en diciembre lo hagan por Piñera. Y cree que estos electores caben perfectamente, a largo plazo, bajo un mismo paraguas político con quienes apoyaron a su tío, José Antonio Kast.
A La Araucanía llega con una agenda clara. Aunque está de acuerdo con medidas políticas para tratar el conflicto que ahí se vive —apoya el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios y darles escaños parlamentarios—, afirma que “el gran tema es el de la paz”. Para ello, dice que es urgente que los fiscales, jueces y policías se coordinen ante los casos de violencia. “No puede ser que se laven las manos, aunque sean poderes independientes, frente a la impunidad que existe. Si no logramos la paz, va a seguir siendo la región con más pobreza infantil en Chile”, afirma.
El diputado está seguro de que Piñera ganará la segunda vuelta en una contienda estrecha, y que el antipiñerismo no le bastará a Alejandro Guillier para ganar la presidencia.
—¿Se pueden revitalizar los ánimos en la centroderecha, a pesar de la frustración que existe desde el domingo?
—Más que frustración, porque fue un resultado muy contundente sobre Guillier, creo que es sano que haya una preocupación tras la primera vuelta.
—¿Por qué?
—Eso genera movilización, corresponsabilidad. Sobre todo con el voto voluntario, es muy preocupante cuando hay relajo, sensación de triunfalismo o soberbia. Por eso tenemos que hacer una campaña humilde, horizontal. También positiva, menos crítica a Bachelet, con más propuestas de futuro, de reformas sociales. Sebastián Piñera, lo sabemos, es uno de los mejores presidentes para generar empleo y crecimiento económico, pero ahora tenemos que invitar a soñar con un Chile distinto, con reformas estructurales en lo social, que se hagan cargo de las injusticias. Ojalá Piñera sea percibido como el presidente que va a luchar por los invisibles, por los niños, los adultos mayores, las personas con discapacidad, los que no marchan.
—¿Es partidario de usar el miedo al FA? El domingo se escuchó eso en el Hotel Crowne Plaza.
—Más que miedo, hay una sana preocupación que debemos transformar en energía positiva. Cualquier campaña del terror nos va a jugar en contra. Por eso creo que el eslogan “Tiempos mejores” funciona en esta etapa, o “pongamos a Chile en marcha”. Si hay algo en lo que Piñera es creíble, es que es capaz de poner a Chile en marcha.
—¿Hace falta un gesto de humildad por parte del candidato?
—Si tú dices que esto va a ser difícil, estrecho, que necesitamos de todos, me cuesta imaginar otro gesto. Yo sí creo que debe haber un gesto en la segunda vuelta, de hacer una campaña a escala humana. Ojalá tengamos más encuentros de Piñera con ciudadanos en sus casas.
—¿Le teme al antipiñerismo?
—No, no le temo. De hecho, creo que Guillier está muy equivocado si cree que eso lo va a hacer ganar. Lo dijo Giorgio Jackson: construir una campaña en contra de alguien es muy difícil. No te da. Con ese relato convocas a los radicales, y quien quiere ser presidente debe convocar a la gran mayoría de los chilenos.
Mientras Guillier va a hacer una campaña focalizada en “todos contra Piñera”, nosotros vamos a hacer lo opuesto: una campaña a favor de un Chile distinto, de un país con más trabajo, más justicia. En ningún caso pisaremos el palito del conflicto que va a tratar de instalar la Nueva Mayoría (NM) y el Frente Amplio (FA).
—¿Por qué cree que Piñera despierta ese rechazo visceral en algunos sectores?
—Me llama la atención que digan que despierta ese rechazo, si fue quien sacó más votos el domingo. Es una caricatura de los extremistas de izquierda, pero desgraciadamente eso no ha funcionado y por eso Piñera va a ser el próximo presidente de Chile.
—¿Y qué pasa si esa caricatura se construye?
—Ojalá lo hagan porque les va a fallar. Es un espejismo.
“NO HAY QUE CAER EN LA LÓGICA DE TRAER A RAVINET”
—Detrás de lo que pasó con José Antonio Kast y Ossandón, ¿hay una trizadura en la derecha, algo de fondo?
—Lo que hemos visto es una expresión de diversidad, no veo una trizadura. Es sano que existan estas personas y que sea una coalición cada vez más diversa. Siempre he dicho que ojalá sumemos al mundo de Andrés Velasco y a otros. El verdadero adversario ideológico es el FA, que no cree en el sistema de desarrollo que tenemos, en la economía de libre mercado. Nosotros decimos que eso es lo mejor que le ha pasado al país. Lo que ha funcionado mal es el sistema político, no hemos sido capaces de construir un país justo. En materia ideológica, creo que hay muchas personas que en el pasado votaron por Ricardo Lagos que debieran estar con nosotros, y parte del rol de Evópoli es convocar a ese mundo que en el pasado fue concertacionista y que tiene una legítima distancia con la derecha, pero que mirando al futuro nuestras diferencias ideológicas son casi mínimas.
“Guillier hará una campaña de ‘todos contra Piñera’. Nosotros haremos lo opuesto: una campaña a favor de un Chile con más trabajo, más justicia. No pisaremos el palito del conflicto que tratará de instalar la Nueva Mayoría y el Frente Amplio”.
—En comparación con lo que hay al frente…
—Exactamente. Paradójicamente, el FA en el futuro permitiría unir a personas que en el pasado estuvieron separadas.
—Eso es lo mismo que Ud. advierte de la campaña de Guillier. ¿Se puede armar una coalición por un “anti frenteamplismo”?
—No, todo lo contrario. Hoy son muchas las cosas que nos unen. Un Ricardo Lagos, un Andrés Velasco, un José Pablo Arellano, un René Cortázar… lo he conversado con muchos de ellos, no hay muchas diferencias ideológicas. No es que estemos en contra del Frente Amplio: nos une un modelo de desarrollo de Chile, creemos que en el país se han hecho cosas muy buenas. Hay que construir el segundo piso de la casa, no destruir el primer piso con una retroexcavadora. El primer piso fue lograr que Chile creciera, reducir la pobreza, avanzar en mayores libertades individuales. El segundo piso tiene que ver con la justicia, que pasa por los niños y modernizar el Estado. Ahí está la justicia social. El que tiene plata puede obviar al Estado: va al colegio privado, a la clínica privada, pero el 90% de los chilenos dependen del Estado para vivir una sociedad justa. Eso es profundo, y se contrapone con la idea de la izquierda del FA, que no tiene restricciones presupuestarias, no es responsable, no elige quién va primero en la fila.
—Incorporar a esos electores DC, laguistas o ex PPD es un sueño de años. Recordemos que la Coalición por el Cambio terminó fallando.
—Es que no queremos hablar a las elites. Yo estoy hablando de un proyecto político que le hable a ese electorado, que los interprete genuinamente en su contenido. No hay que caer en la lógica de traer a Ravinet de vuelta. Eso no funciona. Sí funciona ser justos con la historia, reconocer que los 20 años de la Concertación fueron positivos para Chile, y que la derecha debería haber condenado con mayor prontitud las violaciones a los DD.HH. en Chile. Las diferencias ideológicas casi no existen porque de estatistas pasaron a ser liberales.
—Ud. habla de Lagos, pero él se demoró 5 minutos en apoyar a Guillier el domingo…
—Y es su tribu, lo entiendo. Pero claramente no tiene nada que ver con Guillier, y te aseguro que muchos de quienes no fueron a votar el domingo son los votantes de Lagos o de Velasco que no tenían domicilio político.
—¿Ud. cree que cabe en un mismo paraguas un votante de Lagos con uno de José Antonio Kast?
—Probablemente no va a votar por Kast, pero por Piñera no hay problema. Esa es la gracia de Piñera, que todos ya lo conocemos, no es una persona que tengas que reinventar. Lo conocemos hace mucho tiempo con sus virtudes y defectos, y eso ayuda a que estos votantes se sientan interpretados. Nadie puede decir que Piñera es un fanático de la extrema derecha. Es más, estoy convencido de que caben todos ahora porque hay que ganarle a Guillier, en un proyecto político de largo plazo.
—¿Y en cuatro semanas se puede armar algo así?
—Cuatro semanas en política es una eternidad, y esto no partió hoy día, partió antes. Por eso estoy convencido de que muchos de los que no fueron a votar probablemente van a ir el 17 de diciembre. Tenemos que hacer una buena segunda vuelta, con optimismo y humildad, sin caer en odiosidades —como está cayendo Guillier con Piñera— para hacerles fácil el subirse a este proyecto político. Construir grandes acuerdos no en la lógica de “lo hizo tan mal Bachelet, que ahora me toca a mí”. Hay que ir más allá.
—¿Cómo se facilita ese tránsito, si Piñera tiene a la UDI, a José Antonio Kast?
—Se hace con un proyecto de reformas que incluya un componente económico importante, porque a ese mundo liberal de izquierda le importa mucho que tengamos crecimiento y empleo, que sea un país serio. Claramente, Guillier tiene más rasgos de desprolijidad y no tiene programa de gobierno. Pero adicionalmente tiene que haber un sueño de país, y es ahí donde ese mundo quiere una centroderecha que no mantenga el statu quo. Hay una visión reformista. Tenemos que mostrar más el programa de gobierno de Piñera, ahí hay reformas importantes, no es más de lo mismo.
—¿Y qué pasa con los temas valóricos?
—Bueno, el rol de Evópoli es importante al decir que en algunas cosas no estamos de acuerdo con Piñera y vamos a avanzar en esa agenda igual. No voy a dejar de votar como pienso en el Congreso, y hay ciertas materias en las que el Congreso va a tener que avanzar libremente. En Chile Vamos tienen que caber personas que piensan distinto en esta materia, nos tiene que unir una visión del Estado. Si nosotros (Evópoli) no hacemos esta pega, me preocupa que ese mundo no vaya a votar.
“SERÍA UN ERROR PARTIR DE CERO”
—Esta semana algunos parlamentarios y columnistas del sector afirmaron que Piñera tiene que aggiornar su mensaje y su oferta política. En concreto, plantearon que el tema de la transición ya pasó y la ciudadanía está en otra.
—Sí y no. La razón por la que hoy Piñera tiene la primera chance de ser presidente tiene mucho que ver con un atributo que no podemos descuidar, que es su capacidad de poner en marcha el país en materia de trabajo. Ese es el primer piso, la base. Si Piñera se olvida de ese atributo, estamos mal: hoy Chile lo que más le pide es reactivar el empleo y los salarios.
“La razón por la que Piñera tiene la primera chance de ser presidente es por un atributo que no podemos descuidar: su capacidad de poner en marcha el país en materia de trabajo. Si Piñera se olvida de ese atributo, estamos mal”.
En la primera vuelta hubo varios candidatos que se obsesionaron con atacar a Piñera, y por eso no hubo suficiente espacio para plantear que por sobre el crecimiento y el empleo tiene que haber un sueño de justicia. Eso es lo que hay que hacer en la segunda vuelta. Esos ejes transformadores —los niños, la modernización del Estado, la sala cuna universal— son los que tenemos que verbalizar, comunicar y hacer carne.
—¿Y dejar el discurso de la segunda transición al desarrollo?
—No, eso es legítimo, pero es parte del primer piso. Ahora hay que sumar cosas. Sería un error decir que hay que partir de cero y desconocer el avance que hay, y el capital que logró con una tremenda mayoría en una primera vuelta, en ningún caso hay que cambiar el eje. Si lo cambias, es muy probable que se caiga el naipe.
—De ganar, ¿cómo se gobierna con un Frente Amplio empoderado y una DC que se izquierdizó?
—Gobernar va a ser difícil, se acabaron los tiempos de Boeninger en que había grandes acuerdos fáciles. Por lo mismo creo que hay que tener una claridad ideológica muy grande. Hoy los debates son más profundos y es bueno que sea así. Hay gente que le tiene susto al momento que vive Chile, pero hay una sana competencia de ideas, nos estamos dando la libertad de discutir el Chile que queremos construir. Es una lástima que las nuevas generaciones de izquierda, en vez de mirar al futuro en forma moderna, se queden pegadas en Allende.
—¿Por qué cree que Piñera y su comando no vieron la amenaza del FA?
—No creo que no la hayan visto, no lo han ninguneado. Los que no supieron ver esto fueron los de la Nueva Mayoría. Hoy tienes a una izquierda dividida en dos, con pocas ganas de trabajar juntos. La Concertación no se reinventó bien, nunca transformaron su forma de actuar, de centroizquierda, en un relato ideológico.
—¿A qué atribuye el éxito del FA, es un tema generacional o de ideas?
—El éxito del FA tiene que ver con la debilidad de la Nueva Mayoría, que no tiene identidad. La DC perdió su norte. Y, en buena medida, es la falta de proyecto político. ¿Qué ofrecen hoy? En la DC, Yasna Provoste muchas veces estaba más a la izquierda de Camila Vallejo en la comisión de Educación. Se desdibujaron. Ahora la NM quedó en el peor de los mundos. El éxito del FA tiene que ver con una debilidad ideológica y de proyecto de la NM.
—Poco antes de la primaria, Ud. afirmó a Qué Pasa que “la generación de la transición cumplió su etapa”. ¿De eso dio cuenta la elección del domingo?
—Hay efectivamente un cambio de ciclo, y para interpretarlo hay que enfrentar un debate de ideas profundo. Cuando preguntan qué es un país justo, desde la centroderecha debemos tener una respuesta. Nosotros no queremos decirle a la UDI o a RN que nos toca porque somos jóvenes, eso es lo más infantil que hay. Esto se gana con trabajo y esfuerzo.