Para el senador Felipe Kast, lo fundamental es sacar adelante la agenda social y que el proceso constituyente concluya con éxito. En particular, destaca la importancia de enfrentar los desafíos en materia de orden público, algo en lo que -sostiene- la democracia ha demostrado mucha fragilidad.
¿Le sorprendió la reunión de Desbordes con la ex Concertación?
Las reuniones son parte de la política, por lo tanto, difícilmente uno se puede sentir sorprendido. Bienvenidas todas las reuniones que sean necesarias con la oposición. De hecho, todas las semanas vamos construyendo acuerdos con ellos. Pero siempre es importante actuar en forma coordinada con el gobierno y con la coalición para que esos acuerdos lleguen a buen puerto. Lo que necesitamos es sacar la agenda social con sentido de urgencia.
Justamente por eso, ¿no cree que sea positivo que se desarrolle este tipo de conversaciones?
Por supuesto, y esas conversaciones las viene llevando el gobierno hace mucho rato; es lo que la ministra Zaldívar ha venido haciendo, el ministro Briones… La clave es poder llevar esas conversaciones en una lógica de unidad colectiva y no simplemente buscar beneficios publicitarios a un determinado sector.
En virtud de esa lógica de unidad colectiva que usted plantea, si la reunión de Desbordes hubiera sumado a los presidentes de la UDI y Evópoli, ¿hubiera sido mejor evaluada?
Le insisto, esos diálogos los hacemos todas las semanas. La clave de esto es entender que siempre las conversaciones son positivas, pero tratemos de hacerlas en el marco de la unidad del sector, para que nadie, ni dentro ni fuera de nuestros propios partidos, los lea simplemente como un negocio personal, sino como una búsqueda de acuerdos transversales.
¿Cree que la crisis ha tensionado las relaciones en la coalición?
Lo que he visto en el Senado es una muy buena relación entre los jefes de bancada. Lejos de haber generado una mayor división, he visto bastante unidad.
Usted dice que lo ve en el Senado, pero se han conocido algunos episodios complejos en reuniones en la casa del Presidente, en los comités políticos, por ejemplo, con roces entre la presidenta de la UDI y el presidente de RN. ¿No ve una tensión mayor en Chile Vamos en los últimos meses?
No, no veo algo que sea extremadamente preocupante. Me preocupa mucho más cuando alguien se siente con el derecho a presentar una indicación inconstitucional y no pasa nada. Eso me parece grave, es una deslealtad y una acción populista.
En las condiciones en que está el bloque, ¿qué riesgos ve para enfrentar la negociación de cara a las elecciones municipales y de gobernadores?
No veo algo muy complejo, sobre todo porque en las últimas semanas llevábamos varias reuniones de coordinación muy exitosas y se había logrado trabajar con fuerza este clima de unidad en el sector.
Respecto del proceso constituyente, Evópoli nació proponiendo una Constitución distinta y hoy se ve que ha ido, poco a poco, creciendo dentro del partido un grupo que está por el “rechazo”. ¿Qué pasó?
El proceso al interior del partido ha sido extremadamente sano y positivo, hemos tenido un debate sincero, con mucho respeto y, claramente, no hay dos opiniones en relación al tipo de Constitución que queremos para Chile. En relación al mecanismo para lograr ese objetivo, hay legítimas diferencias.
Evópoli adoptó como postura institucional el “apruebo”. Sin embargo, la derecha como sector, más allá de los partidos políticos, está mayoritariamente por el “rechazo”. ¿Ha significado eso una presión en particular para su colectividad?
No. El partido ha optado por el “apruebo”, y dentro del partido hay un grupo de militantes que está por el “rechazo”, y ambas posturas han convivido de la mejor manera al interior del partido. Y a todos nos une una visión de que Chile necesita una Constitución liberal y democrática para el futuro.
¿Usted en particular tampoco se ha sentido presionado? Alguna vez usted dijo que había recibido críticas por ser “amarillo”, por no ser más duro. ¿No se ha sentido tironeado por estar en la opción de “Sí”?
No he sentido ninguna presión y, afortunadamente, en el partido el debate ha sido con altura de miras y con argumentos bastante profundos en ambas posturas. No ha sido motivo de conflicto.
Eso dentro de su partido, pero en el sector, en la derecha más amplia, ¿no lo han presionado, no ha sido motivo de críticas o bromas, por ejemplo?
No, no he sentido ningún tipo de presión en esta materia.
Quienes impulsan la opción del “rechazo” ponen como argumento el clima de violencia que se ha generado en el país en el último tiempo y que recrudeció en los últimos; dicen, además, que esto podría ser peor en marzo. ¿Cuál es su expectativa?
Uno de los elementos más frágiles que ha tenido nuestra democracia ha sido su capacidad de enfrentar en forma seria y contundente los desafíos de orden público. Nuestra democracia no ha tenido las herramientas para enfrentar en forma inteligente la violencia política, y eso es parte de las reformas que tenemos que implementar. Esta fragilidad institucional ha significado una herida a nuestra democracia, porque el Estado ha sido incapaz de garantizar su principal función, que es el derecho a vivir en paz. Eso incluye carabineros heridos, violaciones a los derechos humanos, una sensación de muchos episodios de descontrol. Lo positivo dentro de esto es que, poco a poco, Carabineros, la fiscalía, el Ejecutivo, se han ido preparando cada vez más y mejorando sus protocolos. ¿Qué va a pasar en marzo? Va a depender mucho de quienes estén propiciando esta violencia y de la capacidad que tenga el Estado de enfrentarla en su debido momento. ¿Debiera la violencia inhibirnos de realizar un acto serio, democrático y responsable, como es darnos el derecho a debatir un texto constitucional? Lejos de inhibirnos, debiera ser un elemento que nos invite a redoblar los esfuerzos para que tengamos ese proceso de la mejor manera.
¿No cree que lo ponga en riesgo, entonces?
Los jefes de campaña del “rechazo” son los Luis Mesina, la izquierda que deja que el senador Navarro sea el vocero de los derechos humanos en Chile a pesar de que es el principal defensor del dictador más sangriento del continente. O sea, lo que lo pone en riesgo es el silencio de la izquierda más republicana frente a esa izquierda que, aunque son menos, muchas veces copan los espacios comunicacionales. Los violentistas son los primeros que quieren que gane el “rechazo” y que fracase toda solución institucional y democrática a la crisis que vive el país.
En este proceso el gobierno ha manifestado que los ministros van a tener que tener prescindencia. ¿Usted está de acuerdo con eso?
Yo creo que es positivo, porque de lo contrario se empieza a generar una tensión frente a sus labores cotidianas. Como vamos a tener -probablemente- un período muy intenso de debate durante los próximos dos meses, es preferible que los ministros estén abocados a sacar adelante sus tareas. Es una decisión sana que permite a los ministros mantener el foco en lo importante.
En marzo, el gobierno llega a la mitad de su período. ¿Cuál será el principal desafío para esta segunda mitad?
Más allá de que hay muchos que creen que al gobierno le queda poco y casi que no tiene relato, yo creo que el gobierno se enfrentó a un terremoto similar al del año 2010, pero en materia social. Y, por lo tanto, así como uno de los grandes legados del primer gobierno del Presidente Piñera fue la reconstrucción física de Chile, en este gobierno uno de los grandes legados debe ser la reconstrucción social y del espíritu de nuestro país. ¿Cómo debiera darse esa reconstrucción social? Son tres ejes. Primero, lo social: los adultos mayores, los niños y los enfermos debieran estar en el corazón de la agenda social, y afortunadamente así ha sido. El segundo eje es el orden público. En materia de seguridad hay un problema estructural. Esta crisis de orden público también es una oportunidad para mejorar las policías, para recuperar las confianzas. El otro día conversábamos con el Presidente de que este terremoto social era más difícil que el terremoto físico que le había tocado el 2010, y si pudiese elegir, siempre es más fácil un terremoto físico que un terremoto en el alma del país. Y eso es lo que hay que reconstruir. Por eso, un tercer eje para mí es el del plano político. Y ahí creo que la reforma al Estado y, particularmente, terminar con éxito el proceso de una nueva Constitución son fundamentales.
De ganar el “apruebo”, la contienda presidencial va a correr en paralelo al proceso constituyente. ¿Usted sigue estando disponible para asumir una candidatura presidencial?
Cualquiera que piense en candidaturas presidenciales en el momento que vivimos está completamente desconectado de la realidad. Es como si tuvieras un paciente que se está muriendo y tú estás preocupado de algo completamente irrelevante. Hoy día lo relevante es sacar adelante a Chile. Cualquier ansiedad en esa materia es muy mala compañera.
Fuente: La Tercera