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“¿Es idea mía o a usted le han salido más canas desde que llegó a trabajar a La Moneda? ¿No se le habrá pegado la misma dolencia que a Bill Clinton y Sebastián Piñera?”, le pregunta el columnista dominical de “El Mercurio” Joe Black, al ministro de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres), Gonzalo Blumel, al inicio del programa de entrevista: “¿Te atreves con Joe Black?”. El secretario de Estado responde: “La dolencia mía es anterior. Sí me han salido más canas, bastantes. Empezaron en el primer gobierno del Presidente Piñera, quizás le debo algunas canas, pero en verdad es bastante familiar porque mi familia son todos muy canosos“.
En la conversación, el titular de la Segpres se refiere a su parentesco con Enrique Mac Iver Rodríguez; a los proyectos enviados al Congreso como la nueva institucionalidad que termina con el Sename y crea el nuevo Servicio de Protección de los Niños y el Servicio de Reinserción Juvenil; a la “red clase media protegida”, y a la ley de Transformación Digital del Estado. Además, responde cómo le gustaría que fuese recordado el gobierno Piñera II.
“Ojalá este sea un gobierno que contribuya a consolidar las ideas de la centroderecha, las ideas de Chile Vamos y a proyectar al sector. Que contribuya a reforzar la mirada país que tenemos y, sobre todo, a encaminar a Chile en este gran objetivo, en esta gran meta de nuestro programa de gobierno, que es alcanzar el desarrollo integral”, responde el ministro.
Algunas de las preguntas de la entrevista de Joe Black:
-Ministro, cuando usted asumió en el cargo se habló de la existencia de un grupo de personas denominadas los “Blumel lovers”. ¿Existió en verdad esa “entidad”? ¿Existe todavía?
-Son bromas, Joe. Son comentarios que hizo un periodista, que yo me lo tomo con humor y con simpatía. Quizás refleja algo, que hay ciertos sectores en el Congreso y la oposición que están abiertos y no se sienten tan incómodos con dialogar con el gobierno, con buscar acuerdos y eso es algo que valoramos. Eso es lo que estamos buscando y hemos estado buscando siempre estos seis meses.
-¿Está familiarizado con el término “fans trolls”, personas que lo siguen y admiran, pero que también lo trolean?
-Yo conozco a los trolls, que efectivamente son personajes de las redes sociales bastante odiosos, que se ocultan en el anonimato y que es un problema de las redes sociales, que han sido un tremendo aporte para tener una sociedad más horizontal, para democratizar la comunicación entre las personas, autoridades y ciudadanos. Los fans trolls reconozco que me sorprenden por que cada día estoy menos millenial.
-Hace unos días usted fue el orador principal del lanzamiento de un libro de historia y recibió muchas alabanzas de personas que no son de su sector político. ¿Cómo lo hace para tener tan buena llegada más allá de la centroderecha?
-Me tocó a comienzos de esta semana presentar un libro de historia en la Adolfo Ibáñez. Fue un tremendo desafío porque es un libro extraordinario. Reconozco que me gusta harto la Historia, reconocerla ayuda a entender el presente y proyectarse hacia el futuro. Agradezco los comentarios de Sol Serrano, es un orgullo que una gran historiadora diga que algo conozco de la historia. Tiene que ver con una mirada abierta. Cuando uno tiene una mirada abierta siempre es más fácil construir diálogos con quien sea, independiente de sus posiciones políticas.
Ahora estamos en otra etapa, estamos enviando las reformas fundamentales del gobierno de nuestro programa”.
-Y hablando de historia, su segundo apellido es Mac-Iver, ¿es usted pariente de Enrique Mac-Iver Rodríguez?
-Para ser exacto, es mi tatarabuelo. Mi madre es Leonor Mac-Iver, su padre es Enrique Mac-Iver cuyo padre fue Malcom Mac-Iver y cuyo padre fue Enrique Mac-Iver Rodríguez.
-Si mal no recuerdo, Mac-Iver fue liberal, radical y apoyó a Alessandri. Además participó en la revolución que derrocó a Balmaceda. ¿Cuánto hay de ese señor en usted?
-Era de los radicales buenos. El radicalismo en el siglo 19, que fue como el partido de la clase media y la intelectualidad de la época, se puso como una alternativa al partido conservador y al partido liberal y fue fortaleciéndose durante el siglo 20. Este tenía dos vertientes fundamentales: una más estatista, más de izquierda uno podría decir, y otra más liberal, que hoy día sería un poco más de centroderecha. Enrique Mac Iver adscribía más a esta vertiente, a diferencia de Valentín Letelier, que era más bien de la tendencia de la izquierda. Fue un político importante, que tuvo alguna participación en episodios relevantes. Ahora, la guerra civil y el acta de oposición a Balmaceda no es que sea culpa de él, porque fue todo el Parlamento el que se levantó contra el Presidente de la República.
-A propósito de la tramitación del proyecto de salario mínimo yo escribí una columna en que ironicé señalando que quizás a usted le había faltado “maldad” para negociar. ¿Usted suscribiría o refutaría esta tesis?
-Me llamó la atención esa columna, porque creo que nadie espera que los políticos actúen con maldad. Ahora, entiendo que son con ironía las columnas de Joe Black. En ningún caso es bueno ponerse en la tesis de que los políticos tienen que tener cierta maldad, creo más bien en el diálogo y construcción de confianzas. En el Congreso he visto cosas positivas, hemos construido acuerdos en el último tiempo en distintas materias, proyectos que se aprueban con apoyos transversales. Es cierto que tiene que haber un poquito de chispeza, no hay que pasarse de pavo, pero la maldad es una palabra que no suscribiría. Me quedo con la línea de Gary Medel, de la chispeza.
(Edgardo Boeninger) Me identifica mucho su forma de mirar la política, su forma de practicarla, el ejercicio de la persuasión por sobre la imposición, además era ingeniero así que compartimos profesión”.
-¿Es verdad que al comienzo de este gobierno existió “sequía legislativa”? ¿Y es verdad que ahora se viene una época de exuberancia, de frondosidad legislativa?
-No, para nada. Lo que pasa es que quizás la oposición se aprovechó en su momento de una estrategia que de muy buena fe impulsamos con el gobierno, que tiene relación con que los primeros proyectos que enviamos al Congreso, como por ejemplo la ley de imprescriptibilidad, la ley antiterrorista o la misma ley de identidad de género, venían tramitándose previo a la llegada del gobierno. Proyectos que eran mociones de parlamentarios o proyectos que eran del gobierno Bachelet. (…) Ahora estamos en otra etapa, estamos enviando las reformas fundamentales del gobierno de nuestro programa, estamos discutiendo modernización tributaria, la reforma de las pensiones, la reforma de la salud, a las policías.
-Pensando en quienes lo han antecedido en su cargo. ¿Con quién se siente más identificado en el estilo de ser ministro de la Presidencia? ¿Con la sabiduría “justa y buena” de Edgardo Boeninger? ¿Con la pirotecnia de Genaro Arriagada? ¿Con la táctica traviesa de Insulza? ¿Con las maneras reposadas de Viera-Gallo? ¿Con el mateísmo de Larroulet? ¿O las malas pulgas de Nicolás Eyzaguirre?
-No sé cómo son las “pulgas” de Eyzaguirre. Insulza me contó que a él le pusieron “pánzer” no cuando fue ministro del Interior, sino que cuando fue secretario general de la Presidencia a fines del gobierno de Eduardo Frei. Ahí se lo pusieron por su habilidad política, que es muy reconocida. Pero si tuviera que escoger, aunque creo que todos han hecho un aporte en este ministerio, elegiría a Edgardo Boeninger, que fue quien creó este ministerio. Me identifica mucho su forma de mirar la política, su forma de practicarla, el ejercicio de la persuasión por sobre la imposición, además era ingeniero así que compartimos profesión. Creo que fue un gran ministro, uno de los artífices y grandes estrategas de la transición a la democracia que creo que tuvo muchas más luces que sombras, sin ninguna duda. También le tengo gran cariño y aprecio a Cristián Larroulet, que fue mi jefe en este ministerio en el primer gobierno del presidente Piñera.
Fuente: El Líbero
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