Entrevista a Francisco Undurraga: Un "Bruto" en el parlamento

Entrevista a Francisco Undurraga: Un "Bruto" en el parlamento

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Dice que ha trabajado más como diputado que como socio del Emporio La Rosa, la empresa que fundó su hermana, que José Antonio Kast no es de Chile Vamos y que quienes lo encararon en el acto del No desconocen su historia ligada a la radio Chilena 

-Yo soy Superman. No puedo volar, eso sí; cojeo. Un Superman medio «al peo» -dice el diputado Francisco Undurraga y lanza una risa ronca-. Pero en actitud sí, soy un Superman.

Es el primer congresista rehabilitado en la Teletón. Cojea porque utiliza prótesis. Dice que «siempre echa al tiro los fierros por delante», porque no esconde que nació sin un brazo y dos piernas.

Habló de ello públicamente en la Cámara, y de sus padres, antes de dar su voto a favor de la Ley de Identidad de Género: «En 1965 cuando nací, se encontraron con una persona diferente… y desde el primer minuto, ellos, en la diferencia, quisieron incluirme. A través de mis padres, quiero rendir un homenaje a todos los padres de los niños trans, personas que luchan día a día por tratar de incluir a sus hijos», dijo.

Publicista, empresario -socio del Emporio La Rosa, hoy en manos del grupo Bofill-, Undurraga debutó en la política como diputado de Evópoli por Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, La Reina y Peñalolén. Obtuvo el cupo en duras negociaciones con Chile Vamos. El Congreso, dice, le ha sorprendido para bien.

-La gran sorpresa es que he trabajado más como parlamentario que como dueño del Emporio La Rosa.

Pero quizá su momento más incómodo fue cuando fue abucheado en una celebración de los 30 años del 5 de octubre.

-Fui al acto del No igual como fui al acto de La Moneda, y que me encaren por eso es malo para el proceso, porque nadie es dueño del No -dice-. Vengo de una familia que ha valorado la diversidad. Soy y fui un entusiasta de la democracia. En mi familia había demasiada información, no había opción de ser cómplice pasivo.

Su padre, Francisco Undurraga Mackenna, fue uno de los fundadores del Servicio País y Justicia, que promovía «la no violencia activa» en defensa de los Derechos Humanos.

El 5 de octubre de 1988, el día del plebiscito, Undurraga trabajaba como productor en la desaparecida Radio Chilena.

-Me levanté temprano, entraba como a las 11:00 y fui a votar antes. Al lado mío, en Providencia, votaba Patricio Aylwin. La gente lo aplaudía. Yo andaba con una grabadora y le saqué una cuña, porque el periodista no había llegado. Era un día que se cortaba con tijera, la gente se miraba con complicidad. Yo voté No y partí a trabajar.

Dice que quienes lo encararon, no lo conocen.

-Nosotros tuvimos parientes en el exilio, otros que se fueron presos. Nos tocó muy cercanamente ver las atrocidades de la dictadura. Eso te hace mirar la vida de forma distinta.

Vender helados

Estudió Dirección Audiovisual y fue ejecutivo de televisión en Mega bajo la administración de Ricardo Claro («fue, sin saberlo, de los primeros que generó inclusión laboral para personas con discapacidad», precisa).

Pero a principios del año 2000 estaba cesante, y su hermana Teresa le ofreció un espacio en «La Rosa», que era por entonces un pequeño café en Merced, frente al Parque Forestal.

-La Tere me dijo «siéntate en el emporio y vas a encontrar pega». Y allí, en este café de cuatro mesas, le fui diciendo, «mira: esas cosas las tienes caras, estas muy baratas» -recuerda.

Se asociarona fines de 2016. Undurraga se define como empresario, pero no parte de «la graaaaan empresa», aclara.

-Yo era un aprendiz, vendíamos helados, no era precisamente una de «las siete familias», y sí soy un orgulloso empresario que se sacó la cresta durante mucho tiempo por un proyecto legítimo que le generó felicidad a mucha gente.

Varias de las figuras en su conversación circulan en torno a los sabores y sinsabores que vivió en el emporio. Por ejemplo, la idea de pelear de chico a grande, de negociar con pesos pesados y de desafiar al establishment (en los supermercados o en la política) con un producto chico, pero bueno.

Como presidente de Evópoli (cargo que hoy tiene Hernán Larraín Matte), Undurraga fue en 2017 la cara de la pelea con RN y la UDI por los cupos parlamentarios.

-Fue menos difícil negociar con los supermercados que con los presidentes de los partidos.Me quise meter en los supermercados precisamente porque no habían helados boutique, estaban todos dominados por los helados masivos. Al principio más o menos que nos dieron un cooler para mostrar nuestros productos. Pero los presidentes de los partidos… ellos no tenían seis diputados y dos senadores de Evópoli en sus cálculos.

Undurraga menciona a algunos parlamentarios que, según él, son un aporte:

-Vlado (Mirosevic) quiere construir, la Pamela Jiles, con todo, es un personaje potente; está Pepe Auth, personajes tan humanos como Tucapel Jiménez, gente de excepción como Jaime Bellolio. Hay voluntad de hacer un mejor país. Pero hay que superar las desconfianzas (…) En sala todos hablamos un poco más para la galería. En las comisiones, la relación es más compleja, vamos más preparados. Hay que superar la desconfianza, sobre todo la del Frente Amplio con la centroderecha.

-Pero usted debutó publicando en Twitter un video con sus asientos en el parlamento vacíos…

-Era un punto político. Gabriel (Boric) y Giorgio (Jackson) habían criticado al resto de los políticos porque no iban. No dudo de que ellos estaban en actividades políticas y parlamentarias, pero al menos tendrían que haber dejado a alguien de turno.

-¿No quedaron enojados?

-No estoy enojado con ellos, no veo por qué pueden estarlo conmigo. 

Romper protésis

Undurraga habla golpeado y se exaspera con cierta facilidad. Incluso cuando se ríe, hay algo dulce-amargo en su expresión. Él mismo se ha comparado con un helado de naranja y jengibre.

Dice que lo bruto le viene de la familia, «una familia grande, gritona».

Trabajaba desde niño en la Viña Undurraga.

-Mi abuelo (fundador de la empresa) tenía 12 hijos, 60 nietos, y la viña era una sociedad anónima donde teníamos el 40% juntando a todos los de apellido Undurraga. No era que fuéramos «dueños de la Viña Undurraga»

-No eran pobres tampoco…

-El abuelo tenía plata. Fue el primer chileno que salió a vender vino al extranjero. Tenía un muy buen pasar, pero no era una fortuna en Chile. Sí nos dio a todos buena educación y ganas de trabajar. Cuando chicos trabajamos todos los veranos.

-¿No le exigían menos que a los demás?

-¡Nooo! yo anduve a caballo, aprendí a nadar, traté de hacer una vida lo más normal dentro de mis discapacidades. No era la Virgen del Carmen, no me andaban trayendo en andas. Me generaron autonomía.

-¿Esto de ser «un poco bruto» viene también de enfrentar la mirada de los demás?

-También tiene que ver con eso, pero en épocas anteriores. Cuando formé mi propia familia me calmé en términos de estarme validando, de estar demostrando que uno vale por lo que es y no porque le faltan dos piernas y un brazo.

-¿Era fuerte esa necesidad de validación?

-En un principio, sí. Me decían: «Ah, habla, ¡qué choro! ¡Y además se ríe!». La gente no conocía la discapacidad física. La vino a conocer en 1978, con la Teletón.

En el Colegio San Ignacio, donde estudió, quebró varias prótesis jugando fútbol para

desesperación de sus padres, porque eran bastante caras. «Me sacaba la cresta, me caí varias veces en la calle. El otro día había llovido, y saliendo del Ministerio de Salud, me resbalé y me pegué. Es que de repente me las doy de campeón también».

Tiene dos hijos que estudian en el San Ignacio. Las denuncias de abuso que han tocado a algunos jesuitas, dice verlas con tristeza. «No tengo las vivencias que dicen tener compañeros míos… Creo que estos son siempre abusos de poder. Los victimarios buscan puntos débiles y yo en mi vida he demostrado bastante carácter».

De gerente a cesante

-¿Cuán diverso es hoy el mundo empresarial?

-Veo diversidad, gente buena que trabaja duro por sus empresas y sus sueños, que arriesgan. ¿Quién arriesga en este país? Aquí la gente no quiere arriesgar.

-¿Hay una cultura poco innovadora?

-Creo que hay una cultura que se está moviendo. Bajo los 40 años, la gente es muy innovadora, y sobre los 40, lamentablemente, tiene que emprender, porque queda cesante; que fue mi caso.

-¿Cómo?

-Quedé cesante hace 15 años.

-¿Cuán cesante?

-Absolutamente cesante, ¿de qué otra forma podría ser?

-Hay gente cesante que tiene rentas, apoyos.

-Tenía una plata ahorrada, que no era mucha tampoco… Había asumido la gerencia general de una empresa de marketing promocional, y la verdad es que no nos hallamos. Y me echaron a los tres meses.

-De las cosas buenas que le han pasado, ¿el Emporio La Rosa dónde está?

-Muy arriba, evidentemente. La verdad es que a mí todos los traumas de niñez… no me acuerdo de ellos. No porque los haya evadido. Sé que los viví a concho, son parte que construyó mi historia, marcaron mi carácter, pero no son tema recurrente en mi vida. Yo lo he pasado muy bien. Lo paso bien con mi mujer, mis niños, mis amigos. Lo estoy pasando bien en la Cámara.

«En el fondo, soy una persona que ha tenido muchas posibilidades y se las ha buscado también. Quizá por venir de donde vengo, de la fuerza que me despertaron mi madre y mi padre, con esa confianza medio prepotente de que a uno no le puede ir mal. Evidentemente me crié en un ambiente que me quiso, me protegió, pero también me obligó a salir a zonas poco protegidas».

-¿Y en el Congreso? Quizá no todos tienen una relación fluida con la discapacidad.

-Tampoco con Pancho Undurraga. Algunos nos caemos bien y otros mal. Pero no llegué al Congreso para ser el mejor amigo.

Puede ser todo un desafío para Undurraga, que reconoce que le cuesta escuchar en vez de hablar y ser tolerante con los demás y consigo mismo.

-Tuve que ser tozudo, luchador, levantarme cuando me caía. Si me preguntas qué es lo que más me cuesta en relación a mi discapacidad física, es ser tolerante con lo que no puedo o dejo de hacer. Pero cada día menos.

Esta semana, Mauricio Rojas lanzó el libro sobre sus polémicas 90 horas en el Ministerio de Cultura, un episodio que ocasionó fricciones entre Evópoli, que fue crítico de Rojas, y el resto de Chile Vamos.

-Hasta antes de que reventara este tema, había una interpretación bastante más tranquila en relación al tema de los derechos humanos al interior de la coalición -dice Undurraga-. Rojas despertó algo que tiene más que ver con el 11 de septiembre hacia atrás que con el 11 de septiembre hacia adelante.

-¿Hasta dónde se estira Chile Vamos en los extremos?

-A ver: José Antonio Kast no es parte de Chile Vamos.

-¿Y en qué se diferencia la antigua derecha de Evópoli?

-Hemos sido capaces de empatizar de mejor forma con la realidad nacional. La gente quiere avanzar sin obviar el pasado. Es como los empresarios que tuvieron que renovarse porque sus productos no los entendía nadie. Como el tipo que vendía Sorbete Letelier, llegó la Coca-Cola y luego se le puso la CCU.

-¿Y quién es el «Sorbete Letelier» de la derecha chilena?

-Ah, no sé. No me hagas pelear.

Fuente: El Mercurio
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