Mucho se habla del triunfo del Frente Amplio en la pasada elección. Que son lo nuevo, el cambio que viene, el aire fresco que Chile necesita. En este escenario, incluso la derecha se compra la idea de que fueron superados. Que tiene poco que aportar. Que sus caras y propuestas son viejas. Que todavía pueden ganar la elección, pero sin un proyecto de futuro.
Lo anterior se explica, en parte, por la sensación de derrota que se instaló en el sector a partir del domingo pasado. Pero también habla de esa capacidad infinita que tiene la derecha de ningunear lo propio y magnificar lo ajeno. De fijarse más en los defectos que las virtudes. Bueno, la cosa es que el domingo pasado no solo ganó el Frente Amplio; también lo hizo Evólopi y, especialmente su líder, Felipe Kast.
Es cierto que los números no son tan grandes, pero los dos senadores y seis diputados que eligieron, habla de que Kast y sus boys llegaron para quedarse. Y que todo pudo ser mejor, si la derecha tradicional les hubiera dado más espacio en las parlamentarias, en vez de arrinconarlos mirando el pasado y no el futuro. Pese a ello, lograron un resultado que a todas luces es extraordinario.
Hay un germen ahí que es tan interesante como del Frente Amplio. Porque el monopolio del cambio, de lo nuevo, no está solo en figuras como Giorgo Jackson o Gabriel Boric, sino también en Felipe Kast, una carta que es tan o más potente que ellos. Pese a ello, para Kast abrirse paso ha sido una tarea titánica. En un sector que dice creer en el mercado, la innovación y otras de esas cantinelas, lo suyo ha sido cómo enfrentar a una suerte de politburó soviético.
Pero igual ganó. Hoy ya no es una aventura personal y su movimiento una ilusión. Y lo que es más importante, es la única esperanza de futuro que tiene la derecha. Hoy representa todo lo que requiere: son gente joven, con ideas frescas y con la sensibilidad para atraer nuevos electores.
La idea de Piñera de ganar con lo mismo y los mismos quedó pulverizada el domingo. Hoy, la imagen de e presidente acompañado de los exministros, parece molestar más que agregar. La gente quiere que algo cambie. Eso en lo que representa, al final, la votación de Evópoli y del Frente Amplio. Un rechazo al establishment de cualquier lado. Se requiere aire fresco.
En este escenario, la figura que hay que potenciar es la de Felipe Kast y sus boys. Es la carta segura que tiene la derecha no solo para apoyar esta elección, sino para darle un ímpetu nuevo si son gobierno otra vez. Pero para eso hay que partir por creerse el cuento en serio. Terminar con el chaqueteo y darle más espacio para que sean el verdadero rostro del sector. En esto, la derecha tiene un activo sobre la izquierda: a diferencia del Frente Amplio, Evópoli sí está dispuesto a apoyar a Piñera con todo. Esa es una ventaja clave que ya se la quisiera Guillier con los suyos.