¿Hacia dónde va el mundo?
La creciente destrucción del entorno natural por acciones del hombre es una tendencia tan catastrófica como científicamente indesmentible. Si continúa esta tendencia, lo único incierto es si la vida humana y la de las pocas especies sobrevivientes será inviable o si la calidad de vida será pésima hacia fines de este siglo. Ello ocurrirá en ausencia de políticas de políticas efectivas, radicales y urgentes para reducir, mitigar e idealmente revertir las gravísimas consecuencias del cambio climático, de la destrucción de hábitats naturales y de la contaminación, que estamos provocando en el mundo y en Chile.
La temperatura promedio global ha aumentado en 1 grado desde épocas preindustriales hasta ahora. Continuará aumentando hasta 3-5 grados hacia el 2100 si no se toman medidas mucho más ambiciosas para limitar la emisión antropogénica de GEI (Gases de Efecto Invernadero, debido a la quema de combustibles fósiles) que las comprometidas hasta ahora por todos los países. Si a partir de ahora el mundo reduce rápida e intensamente la emisión de GEI, el aumento de temperatura se podría limitar a o,5 grados adicionales, con consecuencias aún severas pero no extremadamente desastrosas.
Además de la emisión de GEI, hemos contaminado la tierra, el aire y las aguas a escalas catastróficas. Hemos acabado con la mayor parte de la superficie natural de la tierra, reemplazando bosques y praderas naturales por monocultivos, praderas ganaderas, desiertos y ciudades. Estamos degradando crecientemente los océanos del mundo, exterminando peces, mariscos, corales y algas, llenando los mares de plástico y otros desechos. Estamos acabando con los glaciares del mundo y los hielos polares. Producto de la contaminación y destrucción de los hábitats naturales, hemos acabado con el 60% de los animales entre 1970 y 2014 -el resto podría desaparecer hasta fines de siglo.
Revisa la columna completa de nuestro economista Klaus Schmidt-Hebbel publicada en El Mercurio aquí