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Propuestas innovadoras que busquen el desarrollo y la inclusión, son de vital importancia para comenzar a eliminar brechas sociales dentro del país. El problema es que muchas tecnologías promisorias quedan en el camino ¿Qué les pasó? No fueron capaces de posicionarse adecuadamente. Es aquí donde el emprendedor tiene un rol preponderante como agente de cambio. Parafraseando a Schumpeter, “son ellos los llamados a llevar innovaciones a la sociedad”.
Hace poco más de un mes, se liberaron los resultados de la encuesta CASEN 2017, la cual evaluó la pobreza en Chile de manera multidimensional, considerando cinco aspectos críticos –salud, educación, vivienda, empleo y entorno y redes– la mala noticia es que la pobreza no ha disminuido sustancialmente desde el 2015, alcanzando el 2017 un 20,7% versus 20,9% en los últimos dos años. Paralelo a esto, los datos del informe Oxfam 2018, muestran que en América Latina, la pobreza dentro de los trabajadores asalariados alcanza un 16% y aumenta a un 28%, en aquellos que lo hacen por cuenta propia. La conclusión de este último estudio, es que la exclusión social es un tema alarmante como creador de pobreza.
¿Qué podemos hacer entonces al respecto? Las alternativas más evidentes son las políticas de Estado o el trabajo focalizado a través de Organizaciones No Gubernamentales, pero haciendo una revisión a través de los principales medios, emerge otra opción: el emprendimiento social.
Los últimos años hemos visto un alza de ejemplos que buscan dar respuesta a estas problemáticas, como CareMessage, que utiliza equipos móviles para mejorar la atención médica en áreas desfavorecidas o Worldreader, quienes a través de la tecnología, buscan llevar libros a personas analfabetas con el fin de facilitar el acceso a la educación.
Entonces cabe preguntarse qué pasa con el emprendimiento en Chile. Según datos del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), en nuestro país hay más de 1.8 millones de emprendedores. El problema, es que los resultados muestran también que solo 2 de cada 10 emprendimientos consiguen el éxito. Profundizando en la información presentada, hay un dato que llama la atención: Solo un 20,5% de los emprendedores ha recibido algún tipo de capacitación al respecto, por lo que pareciese ser que la educación juega un papel preponderante dentro del éxito de un emprendimiento.
En mi experiencia como docente, he podido observar como grandes ideas nunca llegan a materializarse. Y esto muchas veces no por problemas técnicos, sino por falta de capacidades de gestión de aquellos que llevan las riendas de estos proyectos. Es por ello, que es crítico que podamos formar a los alumnos entregándoles las habilidades adecuadas desde etapas tempranas de escolaridad y continuar con esto a nivel universitario, dado que estas hoy en día se han vuelto claves como fuente de movilidad social y a su vez, como solución a los temas que nos preocupan en nuestros país.
Las Naciones Unidas ha puesto como uno de los objetivos centrales dentro de las Metas de Desarrollo Sostenible 2030, reducir la desigualdad en y entre los países, por lo que estamos en un momento crítico para generar una reflexión al respecto y pareciese ser, que el emprendimiento social puede jugar un papel fundamental para resolver algunas de las grandes problemáticas sociales que enfrentamos hoy en día. Debemos focalizar nuestros esfuerzos y quizás incluir dentro de la malla curricular obligatoria el desarrollo de estas habilidades, para que seamos nosotros mismos quienes seamos capaces de hacernos cargo de cambiar el futuro de nuestro país.
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