Señor Director:
Durante estos días he acompañado de cerca el dolor de una familia que ha tenido a su hermana Jacqueline durante cinco días en un sillón en el Hospital Barros Luco, sin agua caliente para ducharse, sin una mesa donde comer, sin privacidad, comodidad, ni dignidad mínima para que un paciente se pueda recuperar. Hay otros pacientes que ni siquiera acceden a un sillón, debiendo conformarse con sillas metálicas.
Hace un mes acompañé a otra familia, la de Yanet, que entró al Hospital de Buin con un coma diabético. Por error le inyectaron glucosa en vez de insulina, descompensándose aún más. Por la gravedad de su estado quedó conectada a un respirador manual a las 21:00 hrs., necesitando con urgencia una cama en la UTI.
Durante toda la noche traté de llamar a todos los contactos posibles dentro del ministerio de Salud para lograr su traslado, contándoles que había en una clínica privada una cama en la UTI disponible con la ambulancia lista para venir a buscarla.
Nada de esto fue suficiente, la indiferencia por su estado tremenda. Yanet murió a las seis de la mañana, luego que la enfermera durante toda la noche tuviera que estar apretando manualmente el balón del respirador, sin que nadie haya emitido la orden para que fuera trasladada, dejando a una familia devastada, sin entender por qué nadie hizo nada para evitar que muriera Yanet.
No podemos estar indiferentes a esta realidad, porque existen dos Chiles. El más triste: uno que no les da dignidad a sus pacientes enfermos, con urgencias colapsadas. Un país en que, lamentablemente, si uno no se levanta a las cinco de la mañana a buscar hora al consultorio, no la va a encontrar; donde se madruga por necesidad, no por ganas de sociabilizar. Uno en que si no tienes plata te mueres, porque el Estado es tan burocrático que si te enfermas donde no hay UTI, es muy probable que vayas a morir esperando tu traslado.
Algo tiene que cambiar, tenemos que volver a poner a las personas por delante, con toda su dignidad, y buscar darles las mínimas garantías de que tendrán acceso a la salud de manera digna, segura y con mínimos estándares que lo garanticen.
Cuando hablamos de la urgencia de modernizar el Estado, y de devolverles el Estado a los ciudadanos, hablamos justamente de esto, de la urgencia moral de terminar con estos dos Chiles.
Bárbara Kast
Concejal Paine
Carta publicada en El Mercurio el día sábado 20 de julio de 2019.