“Amarillos por Chile: ¿Locura o coraje?” | Columna de Juan Manuel Santa Cruz

“Amarillos por Chile: ¿Locura o coraje?” | Columna de Juan Manuel Santa Cruz

“Salir de la tradición política de izquierda y apoyar sin condiciones a una candidata de derecha no es habitual en Chile. Es un acto de entereza política que en estos tiempos escasea”, escribe en su columna para Pauta el presidente de Evópoli.

En tiempos en que la política se ha vuelto rehén del cálculo, la decisión de Amarillos por Chile de apoyar a Evelyn Matthei sin condiciones ni pactos revela un acto inusual de convicción. En vez de priorizar su supervivencia partidaria, decidieron actuar según lo que creen mejor para el país, aun si eso les cuesta caro. En un escenario donde el oportunismo suele imponerse, esta es una señal poderosa: aún existen partidos dispuestos a jugársela por sus ideas, incluso si eso significa caminar solos.

En La política como vocaciónMax Weber planteó hace más de un siglo una tensión central de la actividad política: servir al bien común o concentrar poder. El dilema está en que mientras más poder se tiene, más capacidad existe de hacer el bien; pero al buscar poder, uno puede terminar sacrificando el bien común. Esta paradoja sigue viva. Un ejemplo reciente fue el de Republicanos, que por oponerse al Gobierno de Boric y buscar rentabilidad electoral, votaron contra la Ley Naín-Retamal, negando herramientas claves a Carabineros para cumplir su labor.

Esta es la tensión constante en que viven los partidos políticos. Desde fuera, la respuesta parece sencilla: siempre priorizar el bien común. Pero si hacerlo implica desaparecer como actor político, ¿cómo se influye entonces en el destino del país?

Ese dilema se presentó con claridad la semana pasada para Amarillos por Chile. Tenían dos caminos: (a) plegarse a los candidatos presidenciales de izquierda, su tradición cultural de origen, con la esperanza de sellar un pacto parlamentario que les permita sobrevivir como partido (requieren elegir al menos 4 parlamentarios en noviembre o desaparecen; hoy solo tienen uno), o (b) apoyar a quien, según sus convicciones, representa lo mejor para Chile: Evelyn Matthei. Esta segunda opción implicaba romper con su tradición, cerrar la puerta a un acuerdo con la izquierda y, al mismo tiempo, no sumarse a Chile Vamos, con quienes no comparten historia ni sensibilidad. Decidieron seguir sus convicciones, a riesgo de quedarse solos.

Y lo hicieron sin pedir nada a cambio. Una rareza en política. Declararon que “Evelyn Matthei representa hoy la mejor opción para que Chile recupere su capacidad de desarrollo, su cohesión institucional y su esperanza de futuro”. Y reafirmaron que llevarán su propia lista parlamentaria, sin Chile Vamos, en coherencia con su compromiso con “la construcción de un nuevo centro político”. Esto los deja en una posición extremadamente difícil para las elecciones, lo que hace aún más meritoria su decisión.

La tensión que enfrentan es tal que cuesta no ver su apuesta como una mezcla de locura y coraje. Las consecuencias ya se sienten: figuras emblemáticas como Soledad Alvear y Gutenberg Martínez renunciaron al partido tras el anuncio.

El gesto no es menor. Romper con el clivaje dictadura-democracia, salir de la tradición política de izquierda y apoyar sin condiciones a una candidata de derecha no es habitual en Chile. Es un acto de entereza política que en estos tiempos escasea.

Andrés Jouannet, presidente de Amarillos, en una entrevista radial posterior a la decisión, explicó el respaldo a Matthei señalando que Chile no puede seguir atrapado en los clivajes del pasado. Que hoy el eje está en el futuro del país, y ese futuro solo será posible si se construyen acuerdos entre quienes tienen capacidad de diálogo.

Mis respetos a Amarillos por Chile.

COLUMNA DE OPINIÓN PUBLICADA EN PAUTA.CL

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